Tesoros históricos del barrio de Albayda: El Cortijo de los Cipreses

Son algunos los albayderos, y muy escasos los granadinos, que saben que el Cortijo de los Cipreses está situado en el Sistema General de Espacios Libres (SGEL) del PP-N3 o lo que es lo mismo, en el gran solar delimitado por la carretera de Jaén y la circunvalación, justo en las inmediaciones de la salida hacia el término municipal de Maracena.

Los vecinos, que desde hace décadas aprovechan los domingos para pasearse por la zona, han podido ser testigos del anacrónico estado de deterioro de las cubiertas de éste singular conjunto arquitectónico, que cabe matizar dada su envergadura, consta registrado y catalogado por el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico. A ojos del ciudadano, parece incomprensible que una hacienda de reconocido valor patrimonial y con un marcado carácter etnológico por su vinculación a las explotaciones agrarias que en su día existieron en la vega granadina, carezca del más mínimo interés para los grupos políticos locales, que simplemente se limitan a obviar como poco a poco se cae a trozos. Cabe plantearse que de haberse ubicado más próxima al casco histórico de la ciudad y no en terrenos de la antigua Almanjayar Baja (hoy Albayda) seguramente habría recibido mayor atención.

Pocos datos existen respecto a su uso presente y futuro. Lo que si podemos concluir rotundamente, visto el tiempo que éste bien permanece olvidado de la memoria colectiva de los representantes políticos, es que a pesar de las efervescencias económicas que vivió nuestro municipio durante el periodo dorado del ladrillo, nadie se digno a elevar o mantener en el tiempo una propuesta realista de rehabilitación integral de ésta hacienda con objeto de rentabilizarla en beneficio de nuestro municipio y su ciudadanía. Debe de ser que es más lucrativo electoralmente polemizar con los bienes históricos que están en el centro de la ciudad, que con aquellos que están en su periferia. Esos, parecen importar poco...

Valga como ejemplo la suerte que corrió a principios de los años noventa la Casería de la Trinidad. Otra vivienda catalogada, que según mencionaron algunas voces expertas contaba con un pozo y huerta de origen nazarí, y que gracias a la labor del gobierno tripartito y al cómplice silencio de algunos representantes vecinales acabó siendo ocupada y expoliada hasta su estado actual de ruina total. ¿Quién ha sido responsable de esa fechoría? ¿Quién ha denunciado ésta situación?

Vergüenza cultural e idiocia generalizada de nuestra Granada contemporánea, que poco ha cambiado respecto de aquella que vilipendió, asesinó y enterró en una fosa común de un barranco de Viznar al mayor adalid de su cultura en el siglo XX. Pero no extraigamos conclusiones parciales, que la propensión a arruinar el patrimonio histórico de la ciudadanía es un mal endémico que no entiende de banderas, ni de ideologías políticas. Sólo hay que ver, cómo a pesar de haberse sucedido diferentes grupos políticos en el consistorio, ninguno ha tratado de arreglar éste tipo de desaguisados, salvo claro está, que pudieran sacar una buena tajada electoral de la ruina de los mismos. Daños patrimoniales como los de la calle Luis Amador sólo pueden producirse por acuerdo tácito o desidia generalizada de quienes están en el gobierno y en la oposición. Sino, ¿cómo podemos explicar que nadie clame al cielo cuando en calle Luis Amador han emparedado literalmente a la Casería de la Trinidad para ocultar ésta vergüenza?.

En el caso concreto del Cortijo de los Cipreses, el único logro de la administración municipal actual ha sido evitar su ocupación y expolio. Situación desde luego loable, visto el caso anterior en que su ocupación incontrolada condujo a incendios, robos y finalmente a su práctica ruina ante la perplejidad de algunos vecinos, que no comprendían que nadie hiciera nada.

Aunque menos antigua que la Casería de la Trinidad, la hacienda de Los Cipreses está compuesta por dos viviendas configuradas entorno a un patio. La primera de ellas, y de mayor tamaño, es la residencia principal o casa solariega que según su catalogación fue edificada entre los años 1900 y 1914 motivo por el cual su estilo sigue los cánones de las haciendas tradicionales andaluzas de ese periodo. No obstante, establecer esas fechas como definitivas es arriesgado, más si tenemos en cuenta que los mapas del Cuerpo del Estado Mayor del Ejército fechados en el año 1887 ya lo refieren en ese periodo. Éste detalle podría sugerir que nos hallamos ante un bien patrimonial de mayor antigüedad que la estimada por los técnicos de la Junta de Andalucía.

La residencia señorial consta de dos plantas con grandes ventanales abatibles que se alinean a lo largo de toda la fachada. En la primera planta están situados a media altura y cuentan con rejas de forja y remates ornamentales en los dinteles. En el segundo nivel las ventanas llegan hasta el suelo y dan acceso a pequeñas balconadas, estando rematados en sus dinteles y en sus jambas con azulejos policromados azul de marcado estilo sevillano. De esta parte del cortijo destacan su gran torre Sur que cuenta con doce arcos y hermosas balaustradas, cuya función es la de secadero y mirador. Delante de esta zona existe un pequeño jardín que da acceso al carril bordeado por cipreses que otorga nombre a la finca.

Separada por el patio de labores está la segunda vivienda, una pequeña casa de labor que dispone también de otra torre secadero. Ésta parte del cortijo es la que actualmente evidencia un mayor grado de deterioro. Junto a ella existe un gran cobertizo que hace las funciones de almacén y cuya cubierta a dos aguas está ya semiderruida.

Otra curiosidad relacionada con éste bien patrimonial es que en los registros catastrales no consta la presencia de esta edificación en la finca. Las fichas gráficas del catastro omiten la vivienda y no mencionan su descripción. Lo poco que consta, lo hallamos en los registros del Servicio del Catastro de Riqueza Rústica de la Dirección General de Propiedades y Contribución Territorial del Ministerio de Hacienda, en donde se menciona que la finca está adscrita al Pago de Almanjayar Baja y que por ella discurre la antigua acequia árabe de la Madraza, ramal de la acequia de Aynadamar. Ésta recurso hídrico ha dado lugar a numerosos litigios por cuestiones de aprovechamiento y usos de aguas, de los que existe constancia documental en el Archivo Histórico Municipal.


BLOG COMMENTS POWERED BY DISQUS