
En el ranking andaluz, en cambio, Granada se encuentra por debajo de la mayoría de las capitales, tanto en el IBI como en el impuesto de circulación En los últimos cinco años se ha mantenido la tónica de ser más gravoso tributar aquí que en Barcelona.
Ser ciudadano de Granada capital no es demasiado bueno para el bolsillo en lo que a impuestos se refiere. La ciudad se encuentran entre las diez más caras de toda España, una posición en el ranking tributario de los municipios españoles, que no ha cambiado demasiado en los últimos cinco años, tiempo en el que Granada ha estado casi siempre en esos niveles. No ocurre lo mismo si la comparamos con el resto de las capitales de provincia de Andalucía. En el contexto de la comunidad autónoma, el municipio está en niveles medios, por debajo de ciudades como Sevilla o Málaga, donde sus ciudadanos pagan más en algunos impuestos o tasas municipales.
Cuando empezamos el segundo año fiscal después de la polémica de la subida de casi el 30% del Impuesto de Bienes Inmuebles, es el momento de poder ver, con objetividad y mediante las cifras que aporta el Ministerio de Hacienda, cuál es la situación real de Granada en el contexto andaluz y del país a cinco años vista y como ha evolucionado el gravamen impositivo que sufrimos los granadinos. El año 2006 ha sido el más significativo de este periodo, ya que tras un periodo en el que muchos municipios congelaron sus impuestos o aplicaron subidas mínimas, el año pasado, volvía a presentar una evolución tributaria más normalizada. Durante 2006, la capital Granada era la número 9 en la lista de las 52 capitales de provincias españolas en cuanto al Impuesto sobre Bienes Inmuebles, una posición muy por encima de ciudades como Barcelona, Madrid, Soria, Toledo o Alicante, aunque por debajo de otras capitales andaluzas, concretamente Jaén, Huelva y Sevilla, que ocupaban los puestos 4, 7 y 8 respectivamente. Está claro que los municipios andaluces gravan mucho más que otros del país a sus ciudadanos en cuanto al impuesto sobre las casas.
Cada granadino propietario de inmuebles pagó el año pasado una media de 80,60 euros por la contribución urbana, lo que era un 1,64% menos que el año anterior, pero en el 2005, pagamos la friolera de un 29,27% más que en 2004. En comparación con otras capitales, los ciudadanos de Lérida son los que más pagan, 93,50 euros y los de Vitoria los que menos, sólo 17,28 euros de media. Las dos ciudades más importantes de España, Madrid y Barcelona, los ciudadanos pagan 70,71 y 52,63 respectivamente. En relación con Andalucía, donde más se paga es en Jaén, 88,42 euros, y donde menos, Córdoba con 64 euros de media por casa, garaje o trastero.
En Granada hace cinco años, la cantidad que se pagaba era de 60,45 euros, lo que significa que en este periodo de tiempo nos ha subido el IBI más de 20 euros.
El coste del coche
En relación con el coche que utilizamos en la ciudad, vivir en Granada tampoco resulta más barato que en otros sitios. La capital granadina se encuentra en el puesto número siete del ranking de los municipios de toda España, lo que significa que en los dos impuestos municipales que más afectan a los ciudadanos, estamos entre las diez ciudades más caras de España. En relación con Andalucía y el impuesto de los coches, Granada ocupa el segundo lugar de toda la comunidad autónoma. Los granadinos pagaron durante el año pasado una media de 64,24 euros por cada vehículo que poseen.
Ese dinero puede considerarse muy alto si tenemos en cuenta que una ciudad como Madrid cobra 58 euros de media. La que cobra más caro es San Sebastián, con 69 euros, y la más barata, Melilla, donde sólo pagan 17 euros por el Impuesto sobre Vehículos de Tracción Mecánica.
La evolución de los últimos cinco años en este impuesto en Granada ha sido, como en el IBI, bastante alta, ya que hemos pasado de pagar 51 euros de media en el año 2001 a los 64 del año 2007. En todos estos años los incrementos han sido de entre un dos y un cuatro por ciento, aunque para el año 2007 este impuesto se congela.
Actividades Económicas
Las rebajas en los impuestos es la baza que los ayuntamientos han comenzado a jugar en estos últimos cinco años. Reducir la cantidad que tienen que pagar las familias numerosas, los que pongan en marcha sistemas de energías alternativas, o incluso a quienes cuiden coches considerados históricos, hace que la media estadística de los tributos no sea demasiado alta, e incluso sirve como excusa para respaldar subidas más altas de lo que los ciudadanos podrían esperar.